Que feliz que soy


Cuando le hicieron la propuesta en la playa él no se imaginaba lo que le pasaría en realidad ese día. Fue al apartamento y allí sentado y algo nervioso se quedó esperando hasta que apareció un hombre negro desnudo. El cabrón meneaba su gigantesca verga de una forma que no podía apartar la mirada, la quería para él. Se lanzó como una exhalación a por esa gran polla y se la puso en la cara, la felicidad que mostraba no era fingida, aquello era una experiencia increíble. Empezó a comérsela como pudo, no le cabía entera en la boca. Llegó incluso a atragantarse con su rabo, pero no le importaba.