Aunque seamos primos podríamos hacerlo, ¿no?


Cuando su primo le dijo que tenía un dolor en la pierna él se ofreció para darle un masaje que le ayudase a recuperarse. Pero como era evidente su intención no era ni mucho menos quedarse ahí, quería llegar más lejos. El masaje de su muslo fue calentando al chico, que no podía evitar de vez en cuando llevar su mano al paquete de su primo ante su mirada perpleja. Estaba claro que ambos eran gays y que en condiciones normales ya estarían haciéndolo, pero al fin y al cabo eran primos y tenían que guardar las formas.