Su sobrino era un jovencito encantador, había ido a pasar unos días con él a su casa. Nada hacía sospechar a aquél chico que recibiría esa misma noche una visita nocturna de su tío mientras estaba durmiendo. No es que su sobrino fuera un santo precisamente, unos piercings en los pezones hizo despertar la líbido del maduro de su tío suponiendo que era un joven bastante promiscuo, en realidad no se equivocaba a pesar del estereotipo.
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