Mi vecino resultó ser también gay


Tantos años cruzándonos por las escaleras sin hablar y al final resultó que a ambos nos encantan las pollas. Ese día me decidí a hablar con él y salió el tema, por lo que se me iluminaron los ojos y le invité a subir a mi piso. Le dije que podríamos tomar algo y así charlar y recuperar el tiempo perdido. Nada más entrar por la puerta ya nos estábamos besando, la cosa parecía que iba rápida y se suponía que íbamos a follar.
Efectivamente terminamos dándonos por culo y pegando una gran follada.