Me gustan los hombres fuertes


Era joven y delicado, tal vez por eso le gustaban los hombres fuertes y musculosos como él. Sin lugar a dudas le triplicaba en tamaño y sus marcados músculos se la ponían bien dura. Empezó a besarle y él se derretía con cada beso y con cada caricia. La mano de ese hombre acabó en su paquete, la tenía dura desde luego. Poco después lo desnudaba y comenzaba a frotar su verga por todo su ano, hasta que su polla entró dentro de él. Se lo hizo con delicadeza al principio, y dada su fuerza física se podía permitir incluso sujetarlo a pulso mientras se la metía una y otra vez, eso hacía que se pusiera todavía más cachondo el jovencito.