Prometió a los padres del chico que se quedaría ese fin de semana con él para cuidarle. Tenía 18 años, pero todavía no confiaban lo suficiente en él. No obstante si hubieran sabido lo que sucedió se lo habrían replanteado. Al maduro se le ocurrió un juego de dados, que consistía básicamente en quitarse prendas de ropa cada vez que uno perdía.
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